REVISTA DE DECORACIÓN PARA PERSONAS CREATIVAS, CURIOSAS Y DIVERSAS

©Foto: Isabel Escauriaza

TEXTO: Isabel Escauriaza

FOTOGRAFÍAS: Arantxa F. Maxide e Isabel Escauriaza

Licencia de Creative Commons
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27 abril 2023

No sé si los grandes cambios los protagonizan los pequeños creadores, pero estoy convencida de que ellos son los que consiguen hacer girar la rueda. Clara Gutiérrez, o Clarina Ceramics, es una de esas creadoras, que cada día y paso a paso, construye un pequeño rincón en el mundo desde el que proyecta belleza y diseño en forma de objetos de cerámica cotidianos. 

La gran virtud de Clara es su capacidad para crear objetos cotidianos que aúnan funcionalidad y belleza.

©Foto: Arantxa Maxide
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El taller de Clara, Clarina Ceramics, está en Lavapiés. En una calle rodeada de puntos de interés, con fachadas balconadas tan típicas del Madrid castizo, pero como ella dice, «en una calle por la que no pasa nadie habitualmente para venir de compras o hacer turismo». Así que desde que abrió su taller en Madrid, Instagram ha sido su escaparate.

Pero esta historia arranca en Francia, donde Clara trabajaba en una galería de arte. Tras licenciarse en Historia del Arte fue allí donde empezó a desarrollar una carrera, una profesión, hasta que… la galería cierra y ella se deja llevar por su interés por la cerámica. Se forma en París, en la Escuela Arts et Techniques Céramiques en París con Christophe Bonnard y Grégoire Scalabre, se especializa en alfarería y obtiene un diploma CAP Tournage en Céramique. Era 2018.

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VUELTA A MADRID

Después de aquellos años en Francia, Clara y su pareja (él es francés), deciden instalarse en España, en Madrid. Consigue un hueco en un taller de cerámica que le permite seguir desarrollando su oficio. Hace formaciones mientras mejora su técnica y el conocimiento de materiales. 

Instagram se convierte enseguida en su escaparate. Es ahí donde va mostrando su trabajo, sus pequeñas piezas, y es donde va tomando la medida de su producto y el interés que despierta. Así que abrir su propio taller-estudio surge casi de forma natural. 

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EL TALLER ESTUDIO DE LA CALLE OLIVAR

El local de la calle del Olivar necesitó una pequeña reforma que realizó su amiga Clara Martínez-Conde, de Cemecé Arquitectura, antes de que Clarina Ceramics abriera sus puertas. Y sobre todo, la inversión en material y equipamiento; el pequeño horno que está en marcha casi 24 horas al día, los tornos para las clases, la laminadora… Y el amueblamiento, claro: las bancadas, mesas de trabajo, estanterías expositivas, tablones de pared, iluminación adecuada…

Algunos elementos vienen con el local: la maravillosa luz natural, el amplio ventanal a la calle, y la disposición del espacio en dos cuerpos: el primero, el de acceso, que funciona de primer escaparate, «aunque por esta calle no pasa mucha gente, así que sigue siendo imprescindible comunicar». Pero cuando alguien pasa y ve desde el cristal las piezas de Clara, el color azul de la fachada, la luz de ese primer espacio, «sí que les llama la atención y preguntan». 

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PUBLI

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MUCHO MÁS QUE UN ESTUDIO

Clara pasa los días en el taller, y hay fechas en el calendario en el que además, esas horas se prolongan indefinidamente. Sobre todo cuando lanza sus nuevas colecciones, cosa que intenta hacer dos veces al año. «Está toda la fase de diseño, la producción y luego el lanzamiento. Normalmente coincide con fechas como el final de la primavera y antes de Navidad. Después de todo el trabajo para producir las piezas, está la gestión posterior de las ventas».

Además de su propia producción, en el estudio de Clara se suceden los talleres y las clases. «Muchos alumnos son recurrentes; no vienen tanto a aprender, si no a pasar ese rato creando, por la satisfacción de ver el resultado del trabajo hecho con sus propias manos». Es casi como una terapia. 

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A todo ello hay que sumar esas otras «aventuras» en las que Clara se embarca. Acaba de volver de Barcelona, de Flors Al Mercat, a donde viaja con todo su cargamento de piezas, donde atiende a curiosos y compradores a pie de calle. Un esfuerzo que tiene sus recompensas.

Hay que moverse y darse a conocer.

Una dedicación volcada en un oficio que requiere mucho esfuerzo, pero que parece dar muchas más satisfacciones. Las mismas que parecen encontrar todos aquellos que se acercan cada semana al taller de Clarina Ceramics en la calle del Olivar 44, en Madrid, en Lavapiés.  

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